Novena a San José Glorioso, 10 al 18 de marzo (2024)

El 19 de marzo se celebra la fiesta en honor a San José, esposo de María, padre adoptivo de Jesús y Patrono de la Iglesia Universal. Hoy empieza la novena en honor al Santo Custodio de la Sagrada Familia.

“En los Evangelios san José hace aparición como un hombre fuerte y valeroso, trabajador, pero en su alma se percibe una enorme ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo opuesto”, decía el Papa Francisco sobre san José cuando iniciaba su pontificado en 2013.

Con la próxima novena, lograras rezar todos y cada uno de los días entre el 10 y el 18 de marzo en preparación para la fiesta de San José el 19 de marzo, sin embargo nada impide que se lleve a cabo en cualquier temporada del año y asimismo bajo cualquier situación.

Oración preparatoria para cada día:

Dios mío y Señor, Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santurrón, creo estar en Tu soberana presencia ahora, cuando pretendo consagrar esta novena a San José.

¡Ayúdanos, San José!

Te adoro con mi corazón, por el hecho de que eres interminablemente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas. Te adoro con toda la intensidad de que soy capaz y me arrepiento de los varios errores que he cometido contra Tu Divina Majestad.

En esta novena quiero estudiar las virtudes que con tanta perfección practicó el glorioso Patriarca San José y conseguir por su intercesión las gracias que necesito. Señor, ¿quién soy yo para atreverme a presentarme ante Tu presencia?

Conozco la deficiencia de mis méritos y la multitud de mis pecados, por lo que no merezco ser escuchado en mis oraciones, pero lo que no merezco lo merece el nutricio padre de Jesús; lo que yo no puedo el puede. Vengo, pues, con toda confianza, a implorar la clemencia divina, no basada en mi debilidad, sino más bien en el poder y la fuerza de San José. Amén.

Oración pertinente del día. (revisa abajo la oración de cada día de la novena)

Primer Día | Segundo Día | Tercer Día | Cuarto Día | Quinto Día | Sexto Día | Séptimo Día | Octavo Día | noveno día | Oración final

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Oración final para cada día:

Acuérdate, oh pura Esposa de la Virgen María, oh mi dulce Asegurador San José, que nunca se supo que alguien hubiese invocado tu protección, suplicando tu asistencia y no siendo consolado por ti.

Con mucha confianza me presento frente ustedes para encomendarme fervorosamente a ustedes. No desprecies mis súplicas, oh padre adoptivo del Redentor, pero dígnate recibirlas piadosamente. Que de esta manera sea.

ANT.: José, hijo de David, no temas recibir en tu compañía a María, tu Santa Esposa, pues lo que ella transporta en sus purísimas entrañas es obra del Espíritu Santo.

V. Ruega por nosotros, santísimo José.R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oremos: Oh Jesús, que por inefable providencia te dignaste elegir al bendito marido de tu Santa Madre; concédenos que el mismo a quien adoramos como protector, merezcamos poseerlo en el cielo por nuestro intercesor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Ahora pide la felicidad que precisas para conseguir

Para obtener mejor las gracias solicitadas, rezaremos siete Padrenuestros, siete Avemarías y siete Glorias al Padre en honor de las alegrías y dolores del glorioso Patriarca.

Primer día

Doy merced a la Santísima Trinidad, Muy santo San José, por los varios privilegios, méritos y virtudes con que os ha enriquecido y, sobre todo, por el gran y singular mérito concedido a pocos de haber sido santificados en el seno de vuestra madre. y afirmado en la felicidad. ¡Qué alegría para tu corazón verte libre del pecado, que es lo único que desagrada a Dios Hijo, que te llamó Padre! ¡Qué gracias le diste a la Trinidad Beata por este llamado privilegio! Te felicito, de todo corazón, por la inigualable inocencia que tuviste desde antes de nacer y por la felicidad y especial amistad con que Dios mismo te distinguió.

Por este privilegio y por el enorme gozo que te ha causado, te ruego, mi amado Padre, que me obtengas de Dios un gran odio al pecado, un gran amor a las virtudes y mi eterna salvación. Y como creo que la gracia que deseo conseguir en esta novena va a ser provechosa para mi salvación, tengo plena confianza en que la obtendrás por tu poderosísima intercesión; pero si mi oración no está bien apuntada, enderezadla y rogad al muy bueno Dios por mí. Amén.

Oración final

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Segundo día

¡Qué felicidad para ti, mi glorioso protector, ser elegido milagrosamente como esposo de María Inmaculada!

Me regocijo con vosotros por la inmensa satisfacción que experimentasteis aquel feliz día en que asociasteis vuestro destino al de la Madre de Jesucristo. ¡Qué admiración tendrían por ti los santurrones ángeles, por ser el sostén de la Madre del Verbo Encarnado y, por lo mismo, asimismo asegurador del Hijo de Dios!

Uno mis encomios a los que en aquel día os regalarían los ángeles del cielo y les felicito de todo corazón por haberos regalado a la Reina de los Ángeles y por el celo que habéis puesto en tu servicio. ¡Qué alegría desbordante! ¡Qué joya tener como compañera a la que llevó al Hijo de Dios en su sagrado seno!

¡Qué felicidad tienes, por tu consuelo en tus dolores, el Consolador de los afligidos, por consejera en las adversidades la sabia Madre de Jesucristo y por modelo en las virtudes, la que es el espéculo sin mácula, la Divina Majestad e imagen de Dios! ¡amabilidad!

Por este gran favor y esa, te solicito, muy poderoso José, la amistad y la gracia de Dios, la constante protección y sostén de María Muy santa. Amén.

Oración final

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Tercer día

¡Qué amarga piedad habrás sentido en tu corazón, gloriosísimo José, en el momento en que, en tu humildad, pensaste que era tu deber separarte de tu esposa María! Apartándote de María, a quien tanto amabas y que respondía a tu amor con amor puro y sincero.

¡Confraternizo contigo por esos momentos de padecimiento y por esa amarga prueba que el Señor te permitió! Por caridad, estuviste junto a la Madre del Hijo Unigénito de Dios. María les perteneció y amó siempre en el cariño de Dios. En Su infinito poder, Dios obró en ella las maravillas de Su Divino Amor. Fuiste el mayor testigo de la grandeza operada en María. Ella es el jardín de Dios y el paraíso donde el Hijo tiene miedo, y tú, José, fuiste el ángel custodio de ese jardín, el depositario de ese tesoro eterno.

San José, acepta las honestas felicidades por la parte activa que Dios te ha dado en el secreto de la Encarnación, y por la unión de Jesús y de su Muy santa Madre a tus órdenes.

Por esta enorme alegría y asimismo por los méritos de la tristeza que la precedió, te suplico, mi querido padre, que me obtengas de Dios el conocimiento de Jesucristo y la felicidad de preservar una fe tan viva en sus secretos, que Puedo estar dispuesto a fallecer antes que dudar de ellos; alcánzame, asimismo, la felicidad que, en esta novena, pretendo lograr, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

Oración final

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Cuarto dia

Castísima Mujer de la Madre del Unigénito Hijo de Dios, me uno a ti en la tristeza que experimentaste en Belén, al llegar allí, después de un lamentable viaje, viste a tu reverenciada mujer María y al Salvador de todo el mundo, que ella llevaba en su vientre, ignota y echada de toda casa y posada.

¡Oh mi amado José, de qué forma sabías entonces que el mundo no es amigo de Cristo, y que es imposible servir juntos a 2 señores tan hostiles y contrarios! Dame a Jesús, que tanto gozo te ocasionó en su nacimiento.

¿Las voces de los ángeles diciendo “paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”? se dirigen primordialmente a usted. Admite mis loas por el enorme amor que Jesús te mostró, escogiéndote por su padre sustentador y por su poderoso defensor y acompañamiento.

Déjame, Santurrón gloriosísimo y muy, muy poderoso, llegar donde tú estás, cerca de Jesús, para contemplar su divina santidad y esplendor. Le solicité a Jesús que me diera las gracias recibidas por los pastores y los reyes que fueron a adorarlo en el pesebre; Le solicité también las gracias que quiero conseguir en esta novena, si son para mayor gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén.

Oración final

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Quinto día

¡Qué enorme dolor sufriste, nuestro amado San José, en el momento en que viste la preciosísima Sangre de Cristo derramada en la circuncisión! ¿Por qué razón este divino infante tendría que sufrir de este modo a los pocos días de haber nacido? ¡Oh! Ya que Jesús es la perfección encarnada, precisamente que fue por nuestros pecados, este padecimiento.

San José, hazme entender el valor de la Sangre de Jesús para que nunca me falte la más mínima gota; y que esa sangre, cayendo en abudancia sobre mi alma, me lave y purifique completamente. Permite, San José, que, para conseguir tan importante felicidad, me acerque a ti para percibir atentamente y obedecer las enseñanzas del Divino Profesor y recibir las bendiciones y gracias que de él emanan y que, por la bondad divina, pasan por tus sagradas manos.

¡Tus santas manos afirman a Jesús, el Salvador de todo el mundo, que quitas los pecados de los hombres! ¡San José, qué alegría tuviste en el momento en que diste el nombre de Jesús al Salvador, sabiendo que ese nombre, la felicidad misma, es la llave que nos abre la puerta del cielo!

Adorador de Cristo, haz que sea Jesús para mí, esto es, mi salvador en esta vida y en la eterna.

Por el adorable nombre de Jesús, te solicito también las gracias que deseo alcanzar en esta novena, si son para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

Oración final

Sexto día

Oh mi buenísimo San José, asegurador y sostén de los desfavorecidos, por ese gozo que experimentaba tu corazón al escuchar las alabanzas que los doctores de la ley hacen a Cristo Niño, te pido que no me olvides, haz de Jesús, mi Salvador, sé siempre para mí ocasión de resurrección. Fraternizo contigo, paciente José, por la herida que hicieron en tu corazón las palabras de San Simeón, con las que anunció a María que una espada de dolor atravesaría su corazón especial y amantísimo.

¡En tan tremenda ocasión para María, no pudiste remediar estos dolores, ni cuando menos ser testigo de tan terrible padecimiento, para consolar a tu esposa con tu presencia humana en la Pasión de Cristo!

Yo sí puedo y debo, con mi vida y buenas costumbres, consolar a María, por el hecho de que culpable, por mis pecados, en la desaparición de Jesús y en las penas de María, quiero y debo eludir y arreglar estos errores.

Socorre, José muy, muy poderoso, mi pobreza espiritual y poca fuerza, alcánzame de Nuestro Señor la gracia de no ser nunca, por culpa mía, causante de los dolores de Jesús y de los dolores de María. Alcánzame asimismo la felicidad que quiero obtener con el rezo de esta novena, si es para mayor gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén.

Oración final

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Séptimo día

San José, déjame, en espíritu, acompañarte en tu viaje a Egipto para contemplar tus sacrificios y también imitar tus virtudes. Todo lo hiciste para proteger a Jesús de tantos peligros y, sobre todo, de la desaparición.

¡Qué enorme dolor fue para tu amado corazón ver sufrir a Jesús ya María! ¡Cuánta sed debieron sufrir los tres santísimos peregrinos en el desierto!

Te pido humildemente que quites de mí la sed de los placeres mundanos y me des el hambre y la sed de todas y cada una de las virtudes, singularmente la humildad, la paciencia, la mortificación que mi alma desea ardientemente tener. Apena las cosas que te entristecen, amantísimo San José, y sé alegrarme de las que te ocasionan alegría.

Experimenta alma mía, conservándose en la gracia de Dios, exactamente el mismo gozo que experimentó tu especial corazón, cuando tras todo, después de los inconvenientes de una peligrosa jornada por el desierto desierto, viste a salvo a Jesús y a María, tu amada mujer, segura en el nuevo hogar. Así como os alegrasteis por la caída de los ídolos de Egipto, de esta forma mi corazón se alegra por la caída de los ídolos de los cariños ingobernables y de las pasiones desordenadas, a fin de que en todo y por todo agrade a Jesús, a la Santísima Madre y a vosotros. mi amado José, que disfrutas en la gloria de Dios. Alcánzame también la felicidad que deseo lograr en esta novena, si es para mayor gloria de Dios. Amén.

Oración final

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octavo dia

Confraternizo contigo, tiernísimo José, por las privaciones a que viste doblegada a tu amada familia, en la tierra de peregrinación, y por el mismo meritorio destierro, singularmente para la Madre del Hijo de Dios.

Uno mis lágrimas a las que derramaste, en tu corazón, por las penalidades del destierro y por todo lo que a ti, María y Jesús les faltó en Egipto. ¡Tu familia, que es la familia de Dios, tan paciente, y me quejo de cada pequeña y también insignificante mortificación, por precisa que sea!

Oh mi amado José, por la inmensa alegría que inundó tu corazón cuando Jesús, por primera vez, te dio el dulce nombre de padre, y por la sujeción con que, por primera vez, te rindió el homenaje de su obediencia, Te suplico que me enseñes a obedecer a mis superiores ya padecer, con paciencia y resignación, las pruebas que la divina Providencia se digna mandarme, para purificarme de mis errores, o para acrecentar mis méritos.

Alcánzame también, por el gozo con que volviste del destierro para vivir en Nazaret, la gracia con que tan humildemente te pido en esta novena, si no es en detrimento de mi salvación. Amén.

Oración final

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noveno dia

¡Oh José, llamado por Jesús con el nombre de padre, qué indecible dolor y tormento sería para tu amantísimo corazón haber perdido a Jesús, con quien estaban todos y cada uno de los cariños de tu vida! ¡Qué enorme aflicción habéis sentido por no haber encontrado al Niño Jesús entre parientes y conocidos y por no haber dado noticia alguna de Él!

¿Dónde estaría Jesús? ¿De qué manera podrías vivir si Él fuera tu alegría en la vida? Tú perdiste a Jesús sin culpa tuya, pero yo lo perdí muchas veces por mi culpa, por mi malicia y mis pecados.

Hazme comprender a Jesús y procurarlo con perseverancia, enséñame a obedecerle, enséñame a adorarlo a toda costa. Obtén para mí la gracia de que, de ahora en adelante, jamás más lo pierda por el pecado y que si por desgracia lo pierdo, jamás descansaré en paz hasta el momento en que lo encuentre de nuevo por la felicidad divina.

Te pido esta felicidad, por el gozo inefable que experimentaste al localizar a Jesús en el templo, enseñando, como Divino Profesor, a los doctores de la ley y provocándoles encanto y admiración con sus cuestiones y respuestas.

Intercede para que siempre y en todo momento esté en unión con Jesús y su Santa Iglesia. Conseguí que Jesús esté siempre y en todo momento en mi corazón, con su caridad divina y que, en el futuro, pueda disfrutar de su visión y amistad en el cielo para siempre.

Alcánzame también las gracias que te he pedido todos y cada uno de los días durante la novena. Confío en que todo cuanto les he pedido, lo recibiré del amor de Dios, mediante vosotros. De ahora en adelante, con la felicidad divina, extenderé el poder que el Dios Misericordioso os concede. Amén.

Oración final

Vía ACI Digital

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Glorioso José marzo Novena San

Novena a San José Glorioso, 10 al 18 de marzo (2024)
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